Los minutos pasaban y la desesperación crecía. El aire faltaba y el oxígeno se agotaba.
Una señora se desmayó y la tensión crecía. Adentro del ascensor no había nada que ver. Sólo el espejo y la gente abrumada por el calor.
Un señor agarró su celular, pero la señal iba y volvía, y al fín el hombre pudo llamar a un pariente suyo. Ésta persona llamó a los bomberos que inmediatamente se presentaron en el lugar.
Los bomberos tardaron demasiado en abrir la puerta pero al final lo lograron.
Todos salieron en perfecto estado, menos la mujer desmayada.
FIN